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MAMÁ

Cinco historias de maternidad

Ilustración Madres
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  «En los años 60 un matrimonio sin hijos era como un insulto». —Merche Blasco

  «Mariana es lo mejor que me ha pasado en la vida». —María Concha

  «A Alberto le tocaron todos los efectos adversos del tratamiento». —Susana Arias

  «Intentaba que nunca tuvieran la sensación de que su padre no estaba». —Natalia Yera

  «Un niño ve imposible la muerte de un progenitor suyo hasta que sucede». —Teresa Saénz de Miera

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Marta Oceja | 04/04/2020 

Ser madre no significa solo cuidar de un hijo. Ser madre significa que tu prioridad dejes de ser tu misma y pase a ser esa persona a la que le has dado la vida. «Mamá» significa amor, bondad y entrega. Y es que no hay un amor más verdadero y más real que el de una madre hacia sus hijos.

 

En la macroencuesta lanzada por el equipo de Laureados, 121 de 600 personas han coincidido en que su heroína es su madre. El próximo 3 de mayo es el Día de la Madre y por ello merecen un espacio. Por ser, muchas de ellas, expertas de la maternidad: son heroínas. 


Son cinco historias de cinco mujeres que han pasado por momentos difíciles como un divorcio, la pérdida de un marido, la enfermedad de un hijo, un embarazo con dieciocho años y ser madre en los sesenta, unos años en los que las mujeres apenas tenían derechos.

MERCHE BLASCO: MADRE EN LOS 60

Merche se casó con veintiún años, con veinticuatro ya tenía dos hijas y a los cuarenta se separó. Ahora, a sus 71 años, cuenta que ser madre en los años 60 era muy importante, no sólo por la felicidad que aporta un hijo, sino también para demostrar su valía como mujer. «Antes tener hijos era una obligación. Un matrimonio sin ellos era como un insulto», destaca Merche.

 

En esa época, lo común era que las mujeres se dedicaran exclusivamente a las tareas del hogar y al cuidado de los niños. No porque quisieran, sino porque se les había atribuido ese papel. A pesar de esto, Merche recuerda, con nostalgia, esos tiempos en los que para ella las madres dedicaban mucho más tiempo y atención a sus pequeños.

Merche Blasco

Merche con su perro Jerry en brazos

«Lo común era que las

mujeres se dedicaran a

las tareas del hogar y al

cuidado de sus hijos»

Sin embargo, Merche sabe que los nuevos tiempos también han traído cambios positivos. Las mujeres en su tiempo no

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tenían ningún tipo de derecho y no se las respetaba como se hace hoy en día. «En aquel entonces se aguantaba todo tipo de maltratos psicológicos y físicos, era considerado normal». Ella tuvo la valentía de separarse, aunque no estuviera bien visto, porque se enamoró de otra persona. En ese momento comprendió que lo que había vivido hasta el momento no era amor, sino un engaño

Merche con su hija

Con tan solo veintiún años se sacó el carné de conducir, pero, a pesar de haber sido una mujer muy avanzada para su época, no pudo cumplir algunas aspiraciones, como la de estudiar Medicina. Merche

«En aquel entonces se aguantaba todo tipo de maltratos psicológicos y era considerado normal»

cree que, al igual que no se le puede negar a una mujer el poder estudiar, los hijos deberían de recibir más atención y no dejarlos «en manos de extraños», ya que «de la educación de los hijos depende el futuro de todos».

Merche acompañada de su hija

maría concha: madre a los 18

María se quedó embarazada a los dieciocho años. Entonces era su primer año en Madrid, donde se fue a estudiar Traducción e Interpretación. Hoy tiene veinte años y, aunque en su día no se creyese lo que estaba pasando, con el tiempo lo fue asumiendo. Luis, su pareja y padre de su hija, fue un gran apoyo para María, que asegura que es muy afortunada de contar con él.

Ser madre tan joven ha tenido sus dificultades: el miedo, la inexperiencia, la incertidumbre… «Pero —asegura María— aunque los primeros momentos fuesen duros también había mucho amor». Esto es lo que motiva a María a seguir con su día a día. Cuando Mariana llegó al mundo fue, para su madre, «cuando todas las piezas del puzzle encajaron».

A día de hoy María, Luis y Mariana son una familia. María se ha graduado y viven los tres juntos en Madrid. Tener una niña a una edad tan temprana no le ha supuesto un impedimento para continuar con sus estudios.

«Aunque los primeros momentos fuesen duros, también había mucho amor»

María con su familia

María rodeada de su nueva familia

María Concha

María fue madre a una edad muy temprana

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«Soy muy afortunada

de contar con el

apoyo de mi pareja»

Mariana es lo mejor que le ha pasado en la vida, «sus primeros pasos, sus primeras palabras, cuando dice te quiero». Y aunque sus planes de futuro han cambiado, para María todo tiene más sentido: «Para mí, ser madre es lo más bonito que he sido, soy y seré jamás».

SUSANA ARIAS: LA FORTALEZA DE UNA MADRE

Susana es la madre de Alberto, un niño que a los cinco años le diagnosticaron una leucemia. Aunque ese día tanto Susana como su marido sintieron una enorme rabia e impotencia, nunca estuvieron enfadados con la situación: «En ese momento te dan ganas de salir corriendo pero no te enfadas porque sabes que no merece la pena», comenta Susana. Después de recibir la noticia, sus sentimientos cambiaron y el único pensamiento que tenía era el ser fuerte por ella y por su hijo.

Susana Arias

«Me preguntó si su hermano tenía cáncer ya que en la planta del hospital había un cartel que ponía oncología pediátrica»

Susana, madre y heroína

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El momento más duro para Susana fue la inducción, que es la primera fase de la quimioterapia. Alberto sufrió todos los efectos adversos del tratamiento: «Le salió una reacción terrorífica en el cuerpo», comenta con voz temblorosa. Para Alberto, el peor momento fue la recaída que sufrió con doce años. «En aquel momento él ya era consciente de todo, no podías ocultar la realidad. Él no quería ingresar en el hospital». En ese instante, Susana entendió que lo mejor que podía hacer era escucharle, entenderle y, sobre todo, quererle.

Además se lo tenía que comunicar al hermano mayor de Alberto que, muy observador, ya se había dado cuenta de que al pequeño de la familia le pasaba algo. «Me preguntó si su hermano tenía cáncer ya que en la planta del hospital había un cartel que ponía oncología pediátrica», explica Susana. No obstante, se convirtió en su día a día y todos lo afrontaron con tranquilidad y energía.

Alberto, el hijo de Susana, en el hospital

A día de hoy, Susana habla orgullosa de lo sano y fuerte que está su hijo de dieciocho años. La experiencia de Susana le ha enseñado que no se debe malgastar el tiempo pensando en el «bicho», ya que «no tiene derecho a quitarte algo a lo que tú misma le has dado la vida».

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Teresa Saénz de Miera: Gracias, abuelo

Teresa es madre y abogada. Cuando sus hijos no superaban la edad de los nueve años, su marido falleció debido a un tumor cerebral. El día en el que murió, Teresa decidió acercarse a Valencia de Don Juan, sitio en el que sus hijos estaban con su abuela, para transmitirles la noticia. Para su sorpresa, no hubo llantos sino felicidad. «Mis hijos empezaron a dar saltos y a gritar: ¡Bien, ahora ya puedes cuidar de nosotros!», cuenta Teresa. Además, sus hijos le dieron fuerza para salir adelante. Eran su despertador, aunque hubiera veces que no se sintiera con ánimos para dedicarles tiempo, cariño o amor.

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Teresa Sáenz de Miera a día de hoy

las tareas del hogar y de poder trabajar todas las tardes desde casa. A pesar de esto, destaca el gran apoyo que supuso su suegro, el cual muchas veces iba de Asturias a León para poder estar con sus nietos y llevarlos al colegio. Teresa recomienda y sostiene que es muy importante mantener la relación con la familia paterna: «Si los hijos han perdido el cariño de su padre, no tienen porqué perder el de otras personas de su entorno».

Familia Teresa

«Mis hijos me dijeron que se alegraban porque ahora podría cuidar de ellos»

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Para compaginar el trabajo Teresa tuvo la suerte de poder contar con una chica que le ayudaba con

La familia de Teresa en una fotografía antigua

Hace dos años, a Teresa le diagnosticaron un cáncer de piel. Sus hijos preocupados le decían que qué iba a ser de ellos si ella se iba. Temían que la historia pudiese volver a repetirse: «Un niño ve imposible la muerte de un progenitor hasta que sucede. Esto les ha hecho madurar mucho y les ha cambiado su forma de vivir la vida».

Natalia Yera: Separados, pero unidos

Un divorcio no es fácil. Y mucho menos cuando tienes tres hijos pequeños. Natalia tuvo que aprender a compaginar el trabajo con el cuidado de sus hijos: «Pude hacerlo gracias a que trabajo en una empresa familiar y me dejaron trabajar por las tardes en casa para poder ocuparme de los niños».

Natalia Yera

Sus familiares y amigos no se enteraron de su separación hasta mucho tiempo después. Los ratos que pasaba jugando con sus hijos fue lo que le sirvió de apoyo para superar esta situación. «Intentaba que nunca tuvieran la sensación de que su padre no estaba», apunta Natalia. Aunque reconoce que a la hora de explicarles lo que estaba sucediendo no fue fácil. «Les expliqué la situación como pude, diciéndoles que ellos no tenían la culpa de nada y sin dejar a su padre en mal lugar».

«Por las tardes trabajaba en casa para poder ocuparme de los niños»

Familia Natalia

La última protagonista, Natalia Yera

El bienestar de sus pequeños es la prioridad de Natalia, por encima de las cuestiones económicas o de pareja: el entendimiento, el apoyo y el cariño son sentimientos que siempre van a estar presente en la relación con el padre de sus hijos.

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Natalia junto a sus tres hijos

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